Contigo regresaré a esta ribera,
contigo iré a lo más azul del río
de antiguas madres creadoras de infortunios,
porque para ti soy un terrón humano,
posees mi maíz,
juegas con mis pobres huesos ensimismados,
resignados a la hierba
de mis campos cálidos
como un grito de guerra,
dama de la tierra,
¿me devolverás mis sueños obstinados?,
Eres la dueña de mi sombra,
labradora de la tierra de mi semilla
de la luz del horizonte,
plantaremos la semilla,
cercana a la casa grande
y, cuando regrese,
tendré el coraje
de ver tu rostro de máscara,
espero que no me destierres,
espero que me tengas en tu libro de las incógnitas
como dos amantes que juntan sus manos de plomo
para una boda de piedra.
recordaré el crepúsculo
de las madres ausentes como un bosque quemado.
Encontraré este misterioso río inmóvil
de besos afilados como una hiena,
tendré que odiarte
luego te amaré de nuevo,
señora de los campesinos,
me habituaré a lo grosero
de las ferias de ganado,
como tu rostro digno
de marisma de sueños
donde medrará el germen humano
y la bondad vital,
honda sacerdotisa de esta tierra.