Cada verso
es un terreno donde se podría erigir
la vida de un hombre,
su vida está en los versos,
porque es un mago,
porque es un chamán que va
al bosque de su vida
del que surge
la dama de la sombra
y le anima,
tendrías que ensayar un nuevo
camino
hacia las estrellas de tus deseos,
lo que ves
es un campo sembrado,
recoge lo que puedas,
es tu cosecha.
En las taberna bebe un té cálido,
un tiempo que se deja beber,
tal vez no deberías seguir
tan solo, le dice un hombre con su mano
en el hombro,
pero él se encoge de hombros,
se sienta en una piedra
de la ribera del río
y la ciudad
¿cuánto durará la ciudad?
Pero mejor no hablar de futuros inciertos,
el hombre coge sus mochila,
todo lo que necesita está en ella,
los cuadernos
y el silencio que tiene
dentro de su pecho,
pero es un silencio sano
quizás pocos comprendan,
eh viejo, le grita una muchacha, tal vez te veamos
dentro de varios
años,
dentro de las aguas de un mar sagrado
como el incienso,
sí, tal vez me veas
roto y recompuesto, a la vez,
con la fuerza
de un poema.
El hombre arroja a lo lejos una piedra
azul que encontró en la orilla,
tendrá que cambiar el río por la mar,
por ese molino oscuro
que tiene dentro de su cuerpo,
la harina,
el pan de los solitarios,
en mitad de una ciudad
acallada,
se sienta en una cafetería,
¿es tan terrible,
se dice,
dejarse abandonarse
a tu ciudad
imaginaria?
La belleza lo vence todo,
¿pero, dónde esta la belleza?,
se interna por la noche,
como si caminase maltrecho,
herido,
pero la herida
sienta bien.
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